Tuve la suerte de viajar a Brujas, con mi hermano, en moto, desde Brighton, Inglaterra, donde vivíamos entonces.
Decidimos que Brujas sería una parada de un par de días, antes del destino final, que era Amsterdam. Es cierto que no teníamos mucha idea de qué esperar, pero ¡vaya si nos sorprendió esta joya de ciudad!
Surcamos las aburridas autovías hasta llegar a Dover, donde nos embarcamos en el tren subacuático del Canal de la Mancha, que si reservas con bastante anticipación, es bastante económico. Nos encontramos con decenas de otros moteros que hacían el mismo viaje.

A escasa media hora, emergimos en Calais, Francia, y después de una parada para almuerzo en Dunquerque, seguimos camino hacia Brujas. El paso de frontera fue casi inexistente, y no recuerdo haber tenido que parar para nada.
Lo que más nos asombró fue la total llanura del terreno, que viniendo del sur de Inglaterra, que es bastante ondulado, se hacía notar, también se hizo notar el viento, que bamboleaba la moto como si fuera una peonza.
Desde hacía ya mucho tiempo que quería visitar Brujas, en parte, debo admitir, por haber visto la divertida comedia negra “En Brujas”, con Colin Farrell y el genial Brendan Gleeson, que me fascinó y despertó en mi una curiosidad muy especial.

Y por otra parte, aún más importante, porque me gusta mucho probar cervezas diferentes, y Bélgica se caracteriza por su variedad de cervezas especiales.

Al llegar, me sorprendió ver que Brujas es pequeña, no esperes estaciones de metro, autovías ni nada por el estilo, pero eso no es para nada una desventaja. Significa que puedes olvidarte del coche, moto o lo que sea y la puedes recorrer caminando (o mejor, ¡en bici!). Y lo que le falta en tamaño, lo compensa en carácter y belleza.

Para dormir, escogimos un albergue que se llama Snuffel, que fue genial, ubicación céntrica, con un diseño moderno, desayuno, lavandería y hasta un espacio interno para aparcar la moto. Dormimos en una habitación de 4 personas, pero no tuvimos compañía en la habitación en la noche que pasamos. En general, muy recomendable.
Luego de la ducha y un descanso, ya al atardecer, decidimos salir a explorar la ciudad en busca de la cerveza perfecta.

Nuestro periplo nos llevó al bar “Le Trappiste” un interesante bar subterráneo abovedado, con velas en las mesas y lleno de estudiantes de todo el mundo, pero principalmente de la vecina Holanda, Inglaterra y algunos españoles, contra quienes protagonizamos un duelo al futbolín y al cual ganamos por un escaso y emocionante margen.
Aún más emocionante es la carta de cervezas, en los bares de cervezas de Bélgica es común que los las cervezas tiradas disponibles se muestren en un menú detrás de la barra, y normalmente tienen de 10 a 20 cervezas que van cambiando.
Presten especial atención al tipo de cerveza y al contenido alcohólico. Algunas cervezas belgas tienen, por su alto contenido en cebada y larga fermentación, mucho alcohol, casi tanto como un vino, así que cuidado con la cantidad que bebes. En las pizarras también verás el tamaño del vaso.

Es notable la presencia de las cervezas “Trapistas”, es decir, cervezas de abadía preparadas por monjes trapenses, Bélgica tiene 6 de las 11 cervecerías trapenses del mundo.
Estos monjes pertenecen a la “Orden de la Trapa”, son católicos, vegetarianos, y muy conocidos en el mundo entero por su buen hacer en aspectos de cervezas y quesos, y por seguir estrictas órdenes de comportamiento.
Debo decir, que de este bar, me gustó mucho la Trappe Blond, que es una rubia bastante clásica, pero con mucho más cuerpo que una cerveza rubia normal (lager, o pils), que deja un sabor dulce en la boca, y no tiene tanto alcohol como otras.
Me quedé con ganas de probar la Tripel Karmeliet, pero ¡tendrá que ser en la próxima visita!
Luego de la emocionante victoria ante estudiantes españoles en el futbolín, y ya henchidos de gloria, seguimos en la búsqueda de la cerveza perfecta, y siguiendo la recomendación de un local nos dirigimos en busca de un bar llamado “Staminee de Garre“, que según los locales era el único en la zona en servir la cuasi mítica Trippel de Garre.
Después de dar unas cuántas vueltas por el mismo sitio sin encontrar el bar, por un golpe de suerte, encontramos un pequeño callejón que nos llevó a otra callejuela más pequeña y encantadora y allí finalmente encontramos el bar.
El bar esta dispuesto en 3 plantas, y la primera planta parece estar siempre copada por locales de mediana edad, que te miran extrañados al entrar. A medida que subes, vas encontrando los turistas y gente más joven.
La decoración no es nada especial, aunque es agradable. La estrella aquí es la Tripel van de Garre, que sirven con platillos con queso Gouda. Cuando pruebas esta cerveza, te das cuenta que estás bebiendo algo muy especial.

No soy un experto en el tema, pero hay algo en el sabor, el cuerpo y el gusto que deja en el paladar que la hace única. Realmente te recomiendo que si pasas por Brujas, no te pierdas este bar.
Ten en cuenta que la Tripel van de Garre tiene 11.5% de graduación alcohólica, así que ¡no te pases! El apelativo “Tripel” es porque históricamente, los barriles de este tipo de cerveza se solían marcar con la triple X, por su larga fermentación, y por tanto, alto contenido alcohólico.

Al tener sólo una noche en Brujas, apenas rascamos la superficie de bares disponibles, y hay unas cuantas decenas de bares interesantes que explorar. Así que si has estado por allí y tienes alguna joya que compartir, no dudes de dejarlo abajo en los comentarios, me gustaría conocerlos.
Por su ubicación, Brujas es una ciudad muy internacional, así que con inglés es muy posible manejarse sin problemas en bares y restaurantes, así que si no lo hablas bien, practica algunas frases antes de visitar, por las dudas. El español no me pareció muy difundido en la ciudad.
Al día siguiente, nos entretuvimos caminando las calles de Brujas, sus canales y sus iglesias milenarias, sacando fotos a todo, como niños en un parque de diversiones. Es que Brujas, además de sus cervecerías y chocolaterías, es una ciudad sumamente encantadora.

Nuestra visita fue muy corta, así que pudimos ver solo el centro histórico de Brujas, la plaza del mercado (Markt), y los canales. Sin duda me gustaría volver a visitar para ver el parque Minnewater, y para poder subir al campanario de Belfort, ya que la vista seguramente es increíble.
En resumen:
Días para explorarla bien: 2 o 3 días
¿Volvería a Brujas?: Sin duda. ¡Me han quedado muchas cosas por ver!
¿Cómo llegar?: Brujas no tiene aeropuerto, pero se puede llegar en tren o autobús (muy económico) desde Bruselas, o desde algunas ciudades españolas en autobús directo (Flixbus tiene un servicio desde Madrid).
Si te gusta viajar por el mundo probando nuevos sabores, y te fascina aprender sobre cómo comen en otros países, apúntate en nuestro grupo de Gastronómadas en Ideoviajes.
Un saludo y ¡a explorar!
Muy bueno! Me encantó! Qué ganas de volver!
Gracias, hermano querido! Sí que la pasamos bien, eh!? El próximo tiene que ser a Gante o por ahí, te parece?! En bici jaja – Un abrazote! 🙂
FELICITACIONES y Gracias X Compartirnos tus Experiencias. … un Abrazo. ….
¡Muchas gracias Fernando!
Me encanta viajar porque me mantiene vivo, y reinicia mi capacidad de asombro. No puedes tomar muchas cosas por sentado cuando viajas, porque las reglas cambian todo el tiempo. Compartir lo que siento con el mundo me ayuda a revivir esos viajes y esas sensaciones. Gracias por tu comentario y te deseo todo lo mejor!
Un abrazo!
Fabri
¡Qué ganas me han entrado de beberme una buena cerveza leyendo tu artículo! Yo no he estado en Bélgica y me parece que ese destino va ganando puntos.
Me parece que más pronto que tarde caerá alguna de las que comentas.
¡Muchas gracias por compartir!
¡Gracias amigo! Si, la verdad es que a nosotros nos sorprendió mucho Brujas como destino turístico, es pintoresca y muy manejable si quieres pasear por sus calles a pie o en bici. Un destino muy romántico también, y muy indicado para familias 🙂 Un saludo!
Fabri